viernes, 3 de octubre de 2014

Pamesa Valencia - Albert Oliver


Corría el año 2008 para el Valencia Basket, otrora Pamesa, cuando se presentaron las equipaciones grises a la afición taronja. Un año después del experimento con And1 (habían firmado por tres) el conjunto valenciano firmaba la firma local Luanvi, vieja conocida (desde los principios de los noventa hasta el 2002 fue su distribuidor) y con la que comparten colaboración desde hace 20 años. Para esta nueva colaboración Luanvi decidió introducir el gris marengo en la camiseta de visitante, una apuesta arriesgada; y es que a pesar de haber consultado a los jugadores para la confección de su diseño además de mantener el taronja como color secundario, el gris no caló muy hondo en la Fonteta que se vio recompensada con el cambio al morado de la temporada siguiente (curiosamente, este año ha vuelto a aparecer en la tercera indumentaria). Sin embargo, aún con sus detractores la camiseta se caracterizó por ser el primer modelo Luanvi en el que se usaba la sublimación, lo que permitió mayor libertad de diseño y una mayor comodidad a la hora de vestirla.

Yo todavía no me había enamorado del baloncesto cuando Oliver ya debutaba con la Penya en el año 1997. 20 años y 18 temporadas exhibiendo su calidad por las pistas, mejorando como el buen vino, sorprendiendo a partidarios y detractores. Dos décadas dan para mucho: por ejemplo para enfrentarte a grandes jugadores como Nocioni o Calderón, en LEB por un ascenso; compartir equipo en EBA con Mumbrú y Drame; ganar tu primer título ¡con 38 años! o casi disputar unos Juegos del Meditarreaneo con la Selección B junto a San Eme o Mumbrú, que no pudo disputar debido a un positivo antidopaje bastante ridículo. Cuatro lustros en los que ha dinamitado partidos con canastas inverosímiles (1) (2), en los que solo cinco jugadores (cuatro dentro de poco, lo siento Llorente) han repartido más asistencias que él, cuatro lustros en los que apenas se ha perdido unos cuantos partidos. Y aunque la lógica invita a retirada, este apasionado del café tiene intención de transmitir todos esos conocimientos desde el banquillo cuando deje de hacerlo sobre el parquet. 


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